Obra sin título. (Con Gabriel)
- Angy Kno
- 29 nov 2020
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 30 nov 2020
– Tío, este año era para *liberar memoria*. Para limpiar un poco el alma.
– Pues yo lo único que he hecho ha sido ennegrecerla. Este año ha sido como cuando tienes un collar de oro, te bañas en la playa y te das cuenta de que era de cobre de los chinos. Entonces pienso en sus ojos. En sus achinados ojos.
– ¿En los de ella?
– No, a ella que le follen. Hablo de... de los chinos. De los chinos de China. Joder, necesito tener a unos mariachis acompañándome durante todo el día y que mi corazón lata a ritmo mejicano y que me olvide del ritmo de las embestidas. ¡Sí, las que nunca te di!.
– Yo de mi imperante cagada anual solo me acuerdo de ese troncomóvil.
– Bua, no, no. Espera. Claro. ¿Cómo se llamaba el coche de los Picapiedra?
– Coño, eso, troncomóvil.
– Ah, vale. ¿Y no recuerdas sus ojos achinados?
– No. Nada más. Y hablando de coches, si recuerdo cuál llevaba, es porque es el mismo que tiene mi tía.
– Ella nunca va a saber lo que es ir a 120 por la autovía conmigo. Oh, la Jenny...
– No sufras. Ya te llevaré yo en mi patinete.
– Genial, ahogaré mis penas a 17 kilómetros por hora.
– Y con el sonido del timbre haremos música. Formaremos un grupo de Kpop.
– ¿Debería llamarla para hablar las cosas?
– ¿Las cosas de qué?
– Ya, olvídalo. Era para comerle un poco los morros.
– Pues mejor te fumas un porro y terminas de ver Love Actually.
– (Leyendo) "Pero la experiencia enseña sobradamente que los hombres no tienen sobre ninguna cosa menos poder – joder – que sobre su lengua, y para nada son más importantes que para moderar sus apetitos".
– ¿Quién dice eso?
– Espinoza.
– Para espinoza, nueztra vida.
– Yo creo que hoy no voy al gym.
– Pues claro que no.
– Me ha durado menos que una canción de la Peluso.
– Lo mismo que nos duró la botella anoche.
– (Coge el teléfono) Señora Amason, escuche, que quiero una vida nueva. Cámbiemela por el Black Friday. Enterita. Ay señora Amason, si usté supiera... qué desventuras. ¿Cuándo me llega? ¿Mañana? Pues igual mañana ya no estoy.
– ¿Un cigarro?
– Por favor. (Señalando el reposapiés) ¿Qué le pasa a esto?
– Que se ha hundido. Como nosotros, man.
– Me voy a poner la ropa, a ver si me siento un poco más persona. Dios. Huele mucho a porro.
– (Oliendo la ropa) Socorro.
– No sé ni por qué me rallo. Pues fíjate si hay continentes: africanas, asiáticas, noruegas...
– Tío, Noruega es un país.
– Y qué país.
– Si tú lo dices.
– (Empieza a rapear) "Hoy me he despertado al lado de una amiga. Lo sé porque después de la explosión de tejido, carne y priva, no me ha robado la vida".
– ¿Y eso es de...?
– Un tío de por aquí.
– Joder, y triunfarán todos menos yo.
– Es que tía, no haces ná´.
– Ya. Bueno sí, comer y llorar. Bueno, y lo otro que tú ya sabes, claro.
– Hablando de adicciones, la tía coge el otro día y me suelta: "deja de fumar". Y le digo: "¿Me vas a mandar tú a mí algo ahora que te estás yendo de mi vida? Que me mande mi madre. Cada cigarro que me voy a fumar va a ser por ti, ¡carroña!".
(Se escucha una canción)
– (La sigue) "Then a hurricane came, and devastation reigned".
– (Improvisando) And I don´t know my name. But I know my mistakes. Bitches. California. La vida en color de rosa. 2021.
– In London we can be... nuevas personas.
– Me he mirado al espejo hace un rato y he dicho: “el bigote, tiene que ser eso, por eso se ha largado".
– Claro, porque por ser un desgraciao´... dudo que sea.
– Eres mi salvadora. Si no llego a venir, el puerto hubiese sido un buen lugar para dormir. Me fumaría un porro pero estaría ya todo el día devastated.
– Tú también me has salvado de un banquete agridulce. Fuma, coño. Hoy es lo que toca. Es un día palomita.
– Palomita fue ayer, que me fumé un porro antes, durante, y después de la llamada. “¿Cómo estás?”, me dice. Cómo estás no, quiéreme hostia. Me encantaría abrir el Whats App, buscar su nombre, y que pusiera "404, Not found".
– Y entonces no te quedaría más remedio que encontrarte tú, amigo.
– Así es.
– ¿Cómo es posible que entre tanta ausencia de herbores, vea una luz al final del túnel y de repente sea a mí a la que le falta un herbor? Porque cuando hablo con él, parece que dios me ha dado lo justo para pasar el día. Punto, punto, raya, raya, punto, punto.
– Beep, beep. Comer, follar, dormir.
– (Pone una canción. Empieza a cantar y a bailar) "Necesito pasión. Ay doctor, yo creo que estoy enferma, mire como me palpita el corazón, ay doctor. […] Necesito medicamentos".
– Pues toma, un porro.
– Y como siempre, desvirtuando la realidad con estupefacientes.
– (Se le cae el porro) ¡¡NOOOOO!!
– Eso. Eso pensé yo ayer cuando caí en la cuenta de que existe alguien a quien le bastaron unas pocas horas para idiotizarme olímpicamente. Y para hacer que mi coño bailase a ritmo ragatanga. Y sin tocármelo.
– Oye, curiosidad. ¿A ti te gusta que te digan cosas follando?
– Pues no estuve con un payo al que le dije: “insúltame” y estando yo abierta de par en par encima del escritorio, justo cuando se venía el mayor squirting habido y por haber, me suelta: "IMBÉCIL".
– ¡TONTA DEL CULO!
– ¡BOCACHANCLA!
– ¡ROMPETECHOS!
– ¡CARA ANTORCHA!
– ¡ESTÚPIDA, ESTÚÚÚPIDA!
– ¡RIDÍCULA, QUE ERES UNA RIDÍCULA, QUE VENDISTE LA MOTO PA´ COMPRAR GASOLINA!
– ¡QUE TE BAJASTE DEL CABALLO PA VER SI ESTABAS SUBÍA´! ¡BERBERECHO!
– En fin.
– ¡PINTAMONAS! ¡FALSA! ¡QUE ERES UNA MENTIROSA! ¡CÓMO TE GUSTA MENTIR EH TONTITA! ¡QUE TE FALTA UN HERBOR, UN VERANO! ¡GI-LI-PO-LLAS! OH…AH... (La mira) Esto es el porro eh.
– No te juzgo.
– Es que tía, menudo personaje. Te relacionas con la carroña de la carroña.
– Sí, soy un buitre incomprendido.
– Pues no estoy en todo el ajo el otro día... y a mí, me puedes soltar cualquier cosa en el sexo, yo soy muy abierto. Pero hay un verbo... uno en concreto, que no me puedes decir. Mi cabeza hace un click. Me dijo: "FÓLLAME". Y ahí... me perdemos. Y empiezo con el "BOOM BOOM y yo soy un toro y ella es mi vaca, un animal". Adiós razón. PIM, PAM.
– A mí me pasa lo mismo, pero con "PÉGAME". Pero lo tengo que decir yo, claro. Siempre digo: "más, más fuerte, ¡HE DICHO QUE MÁS FUERTE JODER! A mí me gusta que me dejen bien marcados los cinco dedos en el culo, como en los murales de parbulitos. La cosa es que siempre se me asustan. Pero ya está eh, a mí otras cosas así raras como que me caguen en el pecho y tal, no me van.
– Yo una vez le meé a una. Pero estábamos en la ducha. Y ella se tocó mientras lo hacía.
– Bueno, vamos a obviar lo que acabas de decir.
– Sí, mejor.
– ¿Sabes cuál es el sexo que más me flipa? Cuando follas con un ex que vuelve a por una second chance.
– Claro, pero tú no, ¿verdad? (Ella niega con la cabeza) Seguro que es porque se esfuerzan más para que vuelvas a sus brazos de gimnasio y a la dieta de arroz y pollo.
– Sí, de repente parece que hasta se preocupan porque me corra yo. Joder, lo que tiene que pasar para que se aprendan la tabla del dos.
– Bueno, a ver, este... Ramón. Se la sabía, ¿no?
– A ese no se le puede decir ná´. Ese se sabía todas. Al revés, y en tres idiomas. (Recuerda en silencio) Joder, qué putada tío.
[...]
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